Inspirar, traer felicidad, purificar y energizar
Al principio de la Cuarentena, estaba preocupada por el futuro del proyecto en el que llevo tantos años trabajando, mi “Fioreria”. Además de las preocupaciones personales, pensé en todas las personas implicadas en la producción de las flores. Me pregunté qué pasaría con los cultivadores, los transportistas, los operarios, etc.
Y justo en medio de esta preocupación, cuando empecé a recibir llamadas y mensajes en internet, preguntándome por flores para tener en casa. A pesar de estar cerradas, ¡la gente quería tenerlas cerca! Sin duda, debido a esta crisis mundial, comprendí la magnitud del poder de las flores. Son mensajeras y compañeras. Animan, dan esperanza y, sobre todo, amor.
Las flores frescas son sinónimo de calidad. Cuando trabajo con ellas y cuando acaban de llegar de las granjas. Me producen una enorme satisfacción. Somos los floristas que conectamos la cadena de producción, somos quienes damos el último toque para combinarlas según sus colores, formas y texturas para finalmente llevarlas al cliente final, quien recibirá el mensaje que traen escondido dentro de su belleza, para ser disfrutado hasta que caiga el último pétalo.
Por último, como florista, creo que la tendencia a partir de ahora será hacer un diseño floral sostenible. Todos los decoradores tenemos la gran responsabilidad de no contaminar. Esta debería ser nuestra forma de agradecer a la naturaleza. Tenemos tanto que aprender y tanto que dar respecto a las malas prácticas anteriores, que no nos queda más que abrir las puertas a nuevas técnicas para desarrollar nuestro arte. Siempre he pensado que la sencillez de un buen mecanismo genera diseños más frescos y naturales.